"Raza"
es el título de una película cuyo guión fue firmado por el
apócrifo Gil de Andrade -lo de "gil" le venía al pelo- a
quien sus coleguillas bautizaron con el cariñoso remoquete de
"Paquita la Culona" -por algo sería- si bien era más que
probable que éste hubiera recibido la ayuda de un "negro"
-dicho sea en su acepción figurativa, no faltaba más- a la hora de
elaborar tan truculento argumento.
"Raza" es, además
de una forma de distinguir a
los individuos por el color de su piel o la forma de sus narices,
una suerte de privilegios que se arrogan aquellos que se consideran
étnicamente
superiores, esto es: los blancos (caucásicos). Ahora bien ¿quiénes
son los blancos?
Para
responder a tan rimbombante cuestión no hay nada como visitar el
Canadá. Pero ¿para qué ir tan lejos? Entiéndase que eso de
"lejos" es algo subjetivo y sumamente relativo, dado que
los canadienses están convencidos de que la Columbia Británica está
donde tiene que estar, y que lo que se encuentra lejos es ni más ni
menos que la vetusta Europa.
Distancias
aparte, el Canadá, tierra de promisión
-sobre todo para las Gentes de Buena Familia- es una nación donde se
abigarran gentes de todas las razas, credos y procedencias: los hay asiáticos
(indios, chinos, japoneses, coreanos, vietnamitas, nepalíes,
paquistaníes, indonesios,
malgaches...), pero también
hay europeos (mejor no enumerar), negros de África, América,
Antillas; aborígenes australianos, maoríes de Nueva Zelanda,
semitas, latinos,
anglosajones
(no sé si incluirlos en el segundo grupo)
e incluso algún que otro indígena del lugar que se libró del
exterminio.
Pero
lo que en términos étnicos abunda es el ser humano de raza blanca.
El caucásico suele ser un tipo
(o una tipa) de complexión robusta -con
algo de tendencia al atocinamiento
(obsérvese el mendaz careto de Boris Johnson)-
de piel clara y ojos frecuentemente azules. Comen
carne (sobre todo de pollo), beben cerveza, café
del Starbucks, y no
desprecian los hidratos de carbono. Los habrá vegetarianos,
abstemios, e incluso veganos, como en las
mejores familias. Se les
puede identificar sobre todo al exponerse al sol meridional, caso
este en el que suelen teñirse
del color de las gambas. Cuando veas un turista de color
rojo intenso no lo confundas con un indio navajo;
se trata de un tipo (o una tipa) de raza blanca.
Mayormente,
los españoles nos ponemos bronceados cuando nos da el sol. Podemos
ser incluso más oscuros
que los mulatos. Y eso es porque nosotros, los habitantes de Iberia,
no somos estrictamente
blancos: somos mestizos. En
tiempos de las invasiones napoleónicas, los refinados oficiales
galos (oh, mon dieu)
llamaban a los españoles
merde de gent -de ahí
lo de merdellones- un
término despectivo referido al color cobrizo que lucían las jetas
de nuestros antepasados. Por
las Batuecas -además de (oh,
la lá) tan ilustrados
vecinos- han pasado fenicios,
griegos, romanos, visigodos, ostrogodos, árabes, bereberes, negros,
hebreos y, más recientemente, un tropel de turistas de allende
mares. Poco menos que ingenuo sería creer
que toda esa gente ha desaparecido de estos lares sin dejar su
ración de ADN. Desde que el amor es ciego, eso de las razas puras es
-quitando a los pigmeos- una monserga que no se creía ni el
badulaque
de Adolf. La superioridad racial solo sirve de excusa a aquellos que
-aparte de no haber aprendido nada de la Historia- se basan en la
supremacía intelectual o cultural para definir lo que se viene en
llamar "el espíritu nacional".
Arzalluz recurría a la pureza sanguínea de los vascos (y vascas)
para justificar el odio a todo lo que no fuera Euskadi.
Y
-ahí es donde quería yo llegar-
esta puede ser la segunda razón por la cual es aconsejable volar al
Canadá,
dado que uno encadena un avión tras otro
con la ilusoria idea de que así sale más barato
y, si mira atentamente
por la ventanilla, después de haber atravesado unos cuantos países,
no habrá visto ni una sola línea pintada en el suelo. A lo mejor es
que lo de las fronteras es un puro camelo. Lo malo es que hay mucha
gente que se lo traga, igual
que se tragaron en su momento que los españoles somos blancos,
y hacen gala de un sentir patriótico que, básicamente, consiste en
amar lo de dentro y despreciar lo de fuera.
Y
todo esto para llegar a la perogrullada que todos sabemos pero que
casi nadie es capaz de recordar:
¡ni los blancos son tan blancos, ni los negros tan negros!
Y resulta que los de aquí y los de allí tenemos dolor de muelas,
tenemos resfriados, almorranas, dias buenos y días malos, problemas
que resolver, amigos a los que abrazar, canciones que cantar y sueños
que soñar.
NOTA: Hago aquí constar que lo de ir al Canadá es la típica excusa del turista medio para darse el pisto. Con darse una vuelta por Marbella, se pueden contemplar ad libitum las quemaduras solares de los visitantes británicos.
NOTA: Hago aquí constar que lo de ir al Canadá es la típica excusa del turista medio para darse el pisto. Con darse una vuelta por Marbella, se pueden contemplar ad libitum las quemaduras solares de los visitantes británicos.
https://www.youtube.com/watch?v=mkDqaGANaos
ResponderEliminar;-) Un abrazo
Gracias por el enlace. La fotógrafa y yo estamos completamente de acuerdo.
EliminarSiempre quise dedicarme al mestizaje. No me dejaron. O me dejaron poco sin saber que mi ADN es la hostia, mucho mejor que yo mismo. La prueba es que las dos pruebas de esa herencia adenística son más guapos que yo. Primero lo practiqué con una castellana vieja. Entonces tenía muchísimo más de castellana que de vieja, ahora ha alcanzado un equilibrio, aunque su castellanidad viejuna predomina. Luego lo practiqué con una medio mora. Y salió bien, no solo por el producto, dado que el primer producto también salió bien, sino por lo diario. Pero en fin, me quedan otras razas que no conseguiré. Una lástima. Será cuestión de conformarse con lo que se tiene.
ResponderEliminarDalí decía que el catalán es una raza superior. Lo que no aclaraba era con respecto a qué. El charnego, sin en cambio, se libra de la endogamia precisamente por ser mestizo y con los años puede convertirse en un ser muy tiennnnno, como Serrat, como Granados, como Albéniz, como Vazquez Montalbán o como Arnas, por citar unos cuantos
EliminarDid you hear there is a 12 word phrase you can say to your man... that will induce deep emotions of love and instinctual appeal to you buried within his heart?
ResponderEliminarThat's because hidden in these 12 words is a "secret signal" that triggers a man's impulse to love, please and care for you with his entire heart...
12 Words Who Fuel A Man's Love Impulse
This impulse is so built-in to a man's brain that it will drive him to work better than before to make your relationship as strong as it can be.
As a matter of fact, triggering this powerful impulse is absolutely essential to achieving the best ever relationship with your man that once you send your man one of these "Secret Signals"...
...You'll instantly find him open his soul and heart for you in a way he's never experienced before and he will identify you as the one and only woman in the world who has ever truly interested him.