sábado, 16 de julio de 2016

LA MARSELLESA

No estoy muy seguro de que la mayoría de nosotros, una joven democracia que todavía renquea, tengamos claro lo que significa esa canción. Me refiero, claro está, a ese himno de los que más de un patriotero denomina con desprecio "gabachos"
La marsellesa, lejos de ser una marcha militar al uso -¿a qué me suena eso?- es una cancioncilla cuya letra fue entonada por unos voluntarios que lucharon contra las tropas del emperador de Austria en 1792 y -oh sorpresa- las derrotaron. Al regresar a París, los marselleses entraron en las calles de la capital cantando el himno y aquello debió gustar de tal manera que, en pocos años, todo el pueblo francés lo relacionó con su revolución. 
La cancioncilla ha sido prohibida tantas veces y en tantos lugares que hubo momentos en que alcanzó el grado de transgresora. De hecho, el gran Robert Shumann la introducía en sus composiciones cuando pretendía quemar la sangre a los censores del antiguo régimen.
Puede que no nos haya quedado mucho de los ideales revolucionarios, aquellos sobre los que se sustentan las escasas libertades que hoy disfrutamos en los estados de derecho, pero, eso sí, al escuchar como nuestros vecinos cantan un himno del pueblo que habla de la lucha contra la tiranía, deberíamos, cuando menos, reconocer que, en esto de la libertad, ellos van un pasito por delante del resto. 
Supongo que, dado que nuestra escasa cultura nos lo impide, será por ese motivo por el que el pasado 15 de julio de 2016, después de otro nuevo ataque de la tiranía contra la libertad, no salimos todos a las calles de la decadente Europa a cantar la Marsellesa.  
Todos los que todavía soñamos con un mundo más justo, hemos perdido mucho con lo sucedido el 14 de julio de 2016. 
¿Qué pretende esa horda de esclavos,
de traidores, de reyes conjurados?
¿Para quién esas viles cadenas,
esos grilletes de hace tiempo preparados? (bis)

Para nosotros, franceses, ¡ah, qué ultraje!
¡Qué emociones debe suscitar!
¡A nosotros osan intentar
reducirnos a la antigua servidumbre!