Tienen un apetito desmedido.
Devoran cuanto encuentran a su paso. No sienten el menor interés por
la dignidad ajena. Ignoran el sentido de la compasión. Agotan la
tierra, el agua, la hierba, la carne, las flores y, luego, buscan
otro lugar donde quede algo de vida. Se llaman a sí mismos "seres
humanos".