Está bien; lo confesaré todo. Fui yo. Fui yo. Fui yo, maldita sea,
el que disparó a Kennedy. Yo apuñalé a Cesar. Traicioné a Viriato. Descerebré a
Lincoln. Vendí al Mesías por treinta monedas de plata. Simpaticé con los
insurrectos. Escribí anatemas. Fui el bufón que hizo mofa y befa y escarnio del
rey. Me declaro culpable. No negaré nada. Y de mil amores estaría dispuesto a
cantar la palinodia si tuviera usted a bien sacarme su pistola de la boca.