Estamos en un bar. Nuestra agradable conversación se ve interrumpida por la llegada gradual de tres generaciones de una misma familia. La madre se acerca a nuestra mesa y nos pide correctamente las dos sillas que nos sobran. Ningún inconveniente. Las dos sillas son para sendas niñas de unos siete u ocho años que, rápidamente, toman posesión del asiento. Los abuelos llegan los últimos y se quedan de pie.
Algo más tarde aparecen otras dos mujeres de mediana edad acompañadas de cinco adolescentes. La mesa de la anterior familia ha quedado libre y los cinco adolescentes son acomodados por las dos mujeres. Ellas van y vienen de la barra a la mesa haciendo las veces de camareras para los muchachos.
Es lo que hay. Es lo que nos espera.
El título de esta entrada pertenece a un relato de Juan Rulfo. La intencionalidad es fácil de adivinar con sólo leerlo o escucharlo en la voz del escritor mexicano. http://youtu.be/cewv7qyUpsA
Algo más tarde aparecen otras dos mujeres de mediana edad acompañadas de cinco adolescentes. La mesa de la anterior familia ha quedado libre y los cinco adolescentes son acomodados por las dos mujeres. Ellas van y vienen de la barra a la mesa haciendo las veces de camareras para los muchachos.
Es lo que hay. Es lo que nos espera.
El título de esta entrada pertenece a un relato de Juan Rulfo. La intencionalidad es fácil de adivinar con sólo leerlo o escucharlo en la voz del escritor mexicano. http://youtu.be/cewv7qyUpsA