jueves, 3 de septiembre de 2015

ETERNA


 

Eva flotaba sobre la alfombra de espuma como si sus pies no soportaran el menor peso. Así se movía la dulce Eva, como un trozo de papel de fumar mecido por la brisa salobre de la orilla. En honor a la verdad, tengo que confesar que Eva siempre me pareció algo ficticia. Pululaba por la realidad igual que los mitos oscilan en el inconsciente infantil de los pueblos, pasando de memoria en memoria con insultante delicadeza. Será eso, digo yo, lo que hace a Eva fuente y objeto de nuestro insofocable anhelo.