miércoles, 21 de septiembre de 2016

MANIFIESTO POR LA PROHIBICIÓN DE LA LITERATURA


Dado que -a decir de los agoreros- esa cosa tan extravagante que es leer Literatura tiene los días contados, los abajo firmantes elevamos nuestra voz en favor de la prohibición de la Literatura. Quede claro y patente que no nos referimos a los libros en general. Descartamos por tanto las novelas puramente argumentales, los llamados best sellers al peso y los libros de autoayuda, cocina, viajes, deportes y otras vicisitudes.

Entendemos que la Literatura no es un mero entretenimiento, ni un subterfugio a medio camino entre el terreno trillado y el lenguaje cinematográfico. El lenguaje literario, al igual que las fórmulas matemáticas de Ramanujan, es una búsqueda legítima del ser humano hacia la más singular de las bellezas. Una belleza destinada a la emoción intelectual de aquellos que se quieran tomar la molestia de buscar más allá del paisaje evidente.

Es un hecho contrastado que la Literatura existe para incomodar al pensamiento y alterar las fronteras imaginativas. Es, por tanto, un elemento subversivo y desequilibrador del orden establecido.

La Literatura incordia, crea inconformismo, suscita visiones subjetivas de la realidad y aparta a las ovejas del redil. Y además es fuente de estímulos y placeres altamente perniciosos para las almas cándidas.

Y es por eso que, como toda forma de transgresión, debe ser prohibida por las autoridades competentes o incompetentes, hasta el punto de que, toda edición, publicación o venta del producto literario, será inevitablemente marginada de las prácticas mercantiles regladas.

Sabemos que todo aquello que es prohibido, proscrito o ilegalizado, alcanza un morboso atractivo que nubla el sentido común e invita a delinquir. Pasó con el fruto prohibido, sucedió con los placeres carnales, está sucediendo con el tabaco y el cánabis, y no dejará de pasar con el botellón. Pasó, incluso, con Lolita de Nabokov, que a fuerza de prohibirse, fue leída hasta en el Vaticano. Cuanto más se prohíba una práctica, más se generaliza. El ser humano no está hecho para acatar restricciones.

Contamos con la posibilidad de que el mercado negro de grandes obras literarias se generalice. Un ejemplar clandestino de bolsillo de los sonetos de Shakespeare, alcanzaría un precio desorbitante en las reventas. Las novelas de Perec, Celine, Cortazar o Mann, correrían -bajo cuerda, eso sí- como la pólvora. Los cuentos de Poe, Ayala, Borges o Mrocek, pasarían a formar parte de la memoria colectiva de las generaciones venideras.

De todas maneras, abogamos por la prohibición de la Literatura, sabiendo que tal medida no tendrá consecuencias apocalípticas. El mercado de pirotecnia escrita seguirá produciendo grandes cifras y los de siempre seguirán haciendo lo que siempre han hecho: darle más vueltas a la nada.

Prohíban la Literatura, y de paso la filosofía. Tengo unos volúmenes de Shopenhauer que harían las delicias de los futuros adictos.





Fdo:



Miguel Arnas
Ludovico Clemenza

Ángel Olgoso
Paolo Remorini
Ignatius J. Reilly

Miguel Mochón de la Torre
Lola Cobaleda

Elisa Serna
Marina Tapia
T.H. Agapito
Sextercio Pírrico
Isidoro Capdepón
Porrón de Elea
Carmen García Tortosa
Cósimo Piovasco di Rondò

Jose Luis Gärtner

 "Porque la vida no basta". Álvaro Cunqueiro