miércoles, 9 de mayo de 2018

LAS PERSONAS CORRIENTES


Aaron Copland, nacido en Brooklyn en 1900 fue un músico norteamericano que, en 1942 compuso una fanfarria dedicada a los soldados que combatieron en la segunda guerra mundial y que  barrieron del mapa a esa pandilla de psicópatas que estaban devorando Europa y parte de África.
Copland decidió titular a su composición con el simbólico nombre de "Fanfare for the Common Man", quizá con la tácita idea de incluir, no solo a los que lucharon -muchos de ellos murieron- en el lejano continente para liberar a los europeos del yugo del nacionalsocialismo, sino también a los hombres y mujeres que con su trabajo incansable y silencioso, habían hecho alzarse a todo un país.
Soy plenamente consciente de que los Estados Unidos de América tienen todos los defectos de un imperio económico. Son el origen del capitalismo más despiadado, de las crisis económicas que todos hemos pagado, de las satrapías del cono sur y oriente medio, son los exportadores de la banalidad y el patriotismo más ridículo. Pero, con todos esos pecados, también parieron espíritus libertarios como el de Henry David Thoreau y su "Desobediencia Civil", o esa mosca cojonera que es Don DeLillo, autor de "Cosmópolis", o Gertrud Stein que llevó el lenguaje poético hasta cotas insospechadas, o Martin Luther King cuyo sueño va haciéndose realidad, o el genio de entre los genios Orson Welles, quien a los 26 años puso en jaque al magnate Randolf Hearst, dueño de absolutamente todo. Y le bastó con una sola película, quizá la mejor de todos los tiempos, para apartarle de sus aspiraciones políticas. ¡Ah, cómo se echa de menos otro Welles en estos aciagos días!
Pues sí, no fueron los grandes estrategas los que derrotaron a los nazis, sino todos aquellos seres humanos del montón, los que, entregando sus vidas, agotaron la munición de la Wehrmacht y las S.S. en las playas de Normandía. Fueron los hombres y mujeres de la resistencia francesa los que no dieron tregua al omnipotente ejército alemán pagando eso sí, un duro precio en su lucha por la liberación. Fueron los dos mil soldados republicanos españoles quienes, a pesar del desprecio de la república francesa por la causa de la república española, lucharon por Francia en la Novena División de Leclerc, expulsaron a los fascistas italianos de Libia. Ellos, nuestros soldados en el exilio, fueron los primeros en entrar y liberar París, el 22 de agosto de 1944. El blindado "Guadalajara", compuesto por soldados extremeños, se plantó él solito delante del Hôtel de Ville (Ayuntamiento de la capital). Los soldados españoles tomaron al asalto el Parlamento e hicieron prisionero al comandante general del ejército alemán. París, por si alguien lo duda, fue liberado por soldados españoles.
Unos hombres corrientes que liberaron París.

No eran generales ni estadistas los que liberaron París. Eran solo personas comunes. No fueron los obispos los que levantaron las catedrales sino los obreros, los canteros, los artesanos y los fieles que pagaron sus diezmos. 
Al igual que no son nuestros políticos los que han construido esta Europa que renace de sus cenizas, ni mucho menos: somos nosotros, la gente corriente que madruga cada día, que trabaja sin descanso, que educa a sus hijos, que paga sus impuestos y cumple con sus compromisos de ciudadano. Es el ser humano sin corona, sin escaño y sin investiduras el que ha hecho posible que las cosas mejoren, que tengamos algunas libertades, algunos derechos, alguna justicia, y un poco más de felicidad cada día. No es mucho a cambio de tanto, pero al menos es más de lo que nos quieren vender desde arriba. 
Para todos ellos, los que cada día libran la batalla de sus valiosísimas vidas, para los que son derrotados y se levantan de nuevo para seguir peleando, fue creada esta música. 


PD. Si esto no te hace sentir especial, es que no sientes el orgullo de ser una persona corriente.