lunes, 10 de febrero de 2014

LO QUE SE PERDIERON LOS NAZIS


En 1943, mientras un joven barítono berlinés daba su primer recital en público, las fuerzas aéreas británicas bombardeaban la capital alemana interrumpiendo unas canciones de Shubert, y de paso, aniquilando unas cuantas vidas. Para rematar la faena, aquel mismo año, el joven barítono fue incorporado a filas por la Wehrmacht. Cuatro años después fue hecho prisionero en el Italia por los aliados.

Durante sus inicios Dietrich Fischer Dieskau -que así se llamaba el cantante- un mocetón de más de un metro y noventa centímetros de estatura, tuvo que ceñirse al repertorio autorizado por el partido nacional socialista. Terminada la contienda y después de pasar dos años en campos de prisioneros, el joven barítono reemprendió la carrera incorporando a su repertorio composiciones de Mahler, que, por aquello de que era judío, estuvo prohibido por Goebels y compañía.

Los lieders orquestales de Mahler encumbraron a aquel joven y apuesto cantante, que consiguió unir una técnica impecable a una personalísima sensibilidad. El estilo y la voz de Fischer Dieskau son algo más que inconfundibles.

Dietrich, que siempre huyó de la banalidad del divismo, prefirió la delicadeza de la música de cámara a la grandilocuencia del bel canto, sin dejar de, eso sí, de realizar grabaciones operísticas inmortales como su fantástico Papagueno de la "Flauta Mágica".

En mi particular imaginario, permanecerán para siempre sus registros sonoros en los "Carmina Burana" de Orff y, sobre todo, en las cantatas del inconmensurable "Johann Sebastian Bach. Pero sobre todas las cosas, Fischer Dieskau posee la mejor versión, para mi gusto, del lieder de Mahler "Ich bin der Welt Abhanden Geckommen" (Me he apartado del mundo) donde quedará para siempre la nota más sobrecogedora que he podido escuchar en una voz humana.

La grandeza de Dietrich Fischer Dieskau es algo más que una cuestión de corpulencia. La guerra -su peor experiencia- no consiguió acabar con su vida, ni la de su viejo enemigo, el soviético Sviatoslav Richter. Un milagro añadido a este lieder "En Primavera" de Shubert, donde la música supera una vez más a la iniquidad humana.

Diectrich Fischer Dieskau tuvo buen gusto incluso al fallecer. Lo hizo en mayo de 2012, completamente alejado del ruido mediático. Ningún medio de prensa español publicó la noticia. 


"Fui un viudo y he sufrido mucho en mi vida, y fui un soldado, que fue lo peor de todo. Pero es buena cosa haber vivido una vida que ha tenido buenas consecuencias"
Dietrich Fischer-Dieskau,