jueves, 16 de mayo de 2013

¿SECUNDARIOS?

Joseph Cotten

A mis incalificables amigos: 
Miguel Arnas, Carmen García y Ángel Olgoso. 


Hace años que un cierto dramaturgo, empedernido buscador de excepciones actorales, viene repitiendo una idea que ha llegado a obsesionarme: "No hay mayor obra de arte en el cine que un plano claroscuro del rostro de Joseph Cotten".
La idea tiene muchas segundas lecturas. Los que adoramos ese gran cine que se perdió, sabemos alguna cosilla acerca del mito de los actores secundarios. Joseph Cotten, uno de los pocos amigos personales de Orson Wells, tenía mucho más talento de lo que ahora tienen las llamadas estrellas de cine. Su sola mirada contenía tantas capacidades expresivas que, en una primera visión, se hubieran escapado a los más avispados.
Cotten era un actor de reparto. Un secundario, sin ánimo de ofender, tan humilde que ocupó ese sitio en carteles de películas que -sin lugar a discusión- había protagonizado. Cotten protagonizó "El tercer hombre", dirigida por Carol Reed, pero ocupó un lugar secundario tras Orson Wells, que no aparecía más de veinte minutos en toda la película.
Su técnica actoral era tan elegante que nadie supo nunca en qué consistía. Si cortáramos sus planos en "Ciudadano Kane", la cinta quedaría a la altura de un telefilm. Una sola mueca de Joseph Cotten albergaba más información que todos los aspavientos de Robert de Niro y Al Pacino juntos.
Christopher Plummer

Imagino que en aquella frase del enigmático dramaturgo, entraría también la larga sombra de Christopher Plummer. En este caso, algunos directores han sabido ver lo que hay que ver. Tal actitud les ha dado el placer y el lujo de verle protagonizar inolvidables películas.
Hace apenas unos instantes acabo de disfrutar una maravillosa versión de Sherlock Holms con el pelo rubio: "Asesinato por decreto", con Jack el Destripador como telón de fondo. En esta cinta de Robert Clark estrenada en 1979, con Christopher Plumer en la piel de Holmes y nada menos que James Mason encarnando al inefable Dr. Watson. Por cierto, uno de los mejores Watson de la historia cinematográfica de esta saga infinita. Lo digo porque quitando el de Ian Hart, en 2004, la mayor parte de las interpretaciones nos muestran al socio de Holmes deliberadamente torpe, como si con esa ingenua personalidad pretendieran dar más lustre a la astucia del célebre detective inglés. Una idea tan pueril como ineficaz.
Plummer, tiene a sus espaldas tantas interpretaciones brillantes, tanto en el cine como en el teatro, que el resto de los actores deberían dejarse de gaitas e inclinarse ante su genio. Fue el Capitán von Trapp, en "Sonrisas y lágrimas", Ruyard Kiplin en "El hombre que pudo reinar", a Tolstoi en "La última estación", dio brillo a "Beginners", encarnó a "Otelo" al "Rey Lear" y a "Mabeth" sobre las tablas y, de propina, "tan solo" ha recibido un Oscar y un Globo de Oro. Claro que, a estas alturas, lo de los premios es poco menos que circunstancial. Espero que, por lo menos, le hayan pagado lo pactado en los contratos.
Los años, lejos de derribar al galán de turno, curtieron a un actor que, pasados los ochenta inviernos, nos dejó de una pieza en "El imaginario del doctor Parnassus" de Terry Gylliam. Plummer, podría darle clases de interpretación a Tom Cruise, pero dudo que saliera algo de provechoso de un tipo que sólo sabe fruncir el ceño y apretar el gatillo de una pistola.
Ulrich Múhe

Aquel tipo silencioso, de miradas introspectivas, que espiaba "La vida de los otros" en la insoportable Alemania Oriental, era un actor alemán que dejó este mundo el 22 de julio de 2007, sin que apenas nadie recordara su nombre. Urich Mühe bordó uno de los papeles más impresionantes del cine de espionaje. Derribaba en dicha cinta el mito del maniqueismo, y daba una humanidad -contenida a modo de olla a presión- al villano, en uno de los grandes clásicos europeos. Bordó una sátira (un disparatado homenaje al sarcasmo cinematográfico de Lubitsh) sobre el nazismo en "Mein Führer", que se excede los límites de lo razonable. Pero ¿alguien recuerda su nombre? Tal vez sea mejor que nos acordemos de sus ojos atormentados, de una capacidad para hacernos penetrar en sus pensamientos que nadie podrá igualar.
Agustín González

Agustín González anduvo a la sombra de su amigo Fernando Fernán Gómez, hasta que éste le regaló uno de sus mejores protagonistas, el de "Las bicicletas son para el verano". Pero mi debilidad personal se inclina hacia el teatro, y nunca dejaré de recordar su increíble "Tartufo" para Estudio Uno.
El hecho de que Agustín González sea español nos da la posibilidad de recordar a este actor de reparto, genial y personalísimo, en filmes como "Así en el cielo como en la tierra", "Total", "Viaje a ninguna parte", "Plácido", "Belle epoque", "Atraco a las tres", "La escopeta nacional", "La colmena", "La marrana", "Todos a la cárcel", "Los santos inocentes" "La corte del Faraón", "La vaquilla"... por los siglos de los siglos. ¿Quién da más? Sus célebres curas, reaccionarios, absurdos, repúblicanos, fanfarrones, anarquistas, censores, hipócritas, complejos e inefables, sentaron cátedra hasta el punto de que algún director de casting, a la hora de buscarse un actor que clave un sacerdote, reniegue por la ausencia del artista madrileño. No recuerdo, por cierto, haberlo visto nunca investido de altas dignidades eclesiásticas.

Cuando oigo hablar del star sistem, de nosequé métodos y de lo ideales que son los modelos que visten las estrellas sobre la alfombra roja, cierro los ojos y recuerdo la penetrante mirada de Joseph Cotten.... en blanco y negro, por supuesto. 

No ser protagonista puede significar muchas cosas, y una de ellas es la posibilidad de bordar una diminuta, casi inapreciable, obra de arte. El verdadero arte no debería ser valorado por su tamaño, sino por la capacidad de causar emociones en el privilegiado espectador.

gärt