lunes, 22 de febrero de 2010

Diarios de Cabezadeperro 3

¿Puede un poema contener al mismo tiempo la emoción más sublime y el más devastador de los dolores? ¿Existe una posibilidad, por muy remota que parezca, de pintar de un solo trazo toda la plenitud expresiva del hombre?
La respuesta es sencilla. El poema en forma de película llamado “El solista” contiene aquello que Shakespeare entendía sobre la condición humana: una mezcla inseparable de lo sublime y lo perverso, un campo de batalla para el inseparable matrimonio entre Eros y Tánatos.

Todo el dolor del mundo habita en la cabeza de un hombre dotado de un talento insólito, tocado por el destino para entender el espíritu de la música y ayudar a crear instantes de belleza irrepetible. Y junto con el don celestial del músico, inseparablemente unido a él: surge la esquizofrenia, las voces que reverberan en el interior del cerebro torturando una y otra vez, incansables e insomnes, al hombre que se suponía bendecido por la mano de dios.
Todo el dolor del mundo sobrevive en las calles más crueles de La Tierra de la Abundancia , al pie de los rascacielos, donde los dementes, los desposeídos y los condenados al olvido, pelean cada día por un trozo de acera donde dormir. En el inframundo de Los Angeles, nuestro genial esquizofrénico convive con enormes ratas y 90.000 habitantes de los sótanos del infierno, o lo que es lo mismo: en medio de la calle más perra de todas las putas calles.

Para muchos folicularios de gacetilla, “El solista” tendrá todas esas lacras que, siendo veraces, no son más que desajustes con su elevadísimo criterio o su gusto particular. Generalmente, este tipo de criaturas, amantes del adjetivo fácil y la espectacularidad digital, suelen tener dificultad para percibir lo sublime, aclimatados como están a las emociones rimbombantes y a la truculencia tridimensional. Por una parte es una verdadera desgracia que un crítico sea capaz de destrozar injustamente el enorme trabajo que significa poner en pie una buena película, pero por otro lado deberíamos felicitarnos porque estos personajillos sean incapaces de hacer cine. Para eso hay que tener talento.