martes, 25 de mayo de 2010

DIARIOS DE CABEZADEPERRO

MALDITOS BORRACHOS: LOWRY, BUKOWSKI Y THOMAS

Malditos y borrachos. O más bien malditos por borrachos. La maldición no era ningún cliché caprichoso de la frívola crítica. Los tres –tres de los grandes- han sido víctimas de su propio mito autodestructivo. De poco te vale haber mostrado un talento creativo a prueba de comparaciones cuando tu biografía te supera. Nadie, o casi nadie, recuerda un verso de Bukowski, nadie, o tal vez menos que nadie, conoce de memoria un poema de Dylan Thomas, y muy pocos han conseguido terminar la gran novela de Malcom Lowry. Dicen que las últimas palabras de Dylan Thomas, antes de entrar en un espantoso coma etílico fueron: “He tomado 18 whiskys, creo que es todo un record”. Si es triste morir de una borrachera galáctica, resulta todavía más penoso dejar como legado para la posteridad el aforismo más simplón de toda tu vida.
Thomas y Lowry llegaron a conocerse. Supongo que se tomaron unas cuantas copas juntos. De hecho murieron en la misma década. Bukowski les sobrevivió. Su empeño autodestructivo fue en vano: pasó de los setenta años y duró hasta 1989, y para colmo no murió de cirrosis sino de leucemia. Los tres vivieron en un continuo baño del alcohol propiciado por la insoportable percepción de una realidad adversa y despótica. Lo que nunca sabremos es si a base de tragos lograron atenuar ese sufrimiento de sus inteligencias, esa tribulación de su fuero interno. Porque un talento desmedido es también una fuente de angustia y desolación. Las mentes “privilegiadas” son también el yunque del tormento y la obsesión. El que piensa por encima de la media padece a su propio pensamiento. ¿Hay alguna otra forma de ser feliz en esta vida aparte de ser rico y superficial? La hay, pero habría que pasar por el neurocirujano para te extirpe los núcleos dorsomediales del tálamo y te permita disfrutar de una indiferencia total hacia todo lo que pudiera producir un mínimo de emoción. Tonto y feliz, esa es la cuestión.
También a los tres les tocó padecer la ignorancia de un mundo que abraza el imperio de la mediocridad y rechaza todo lo que parezca chirriante. Bukowski es conocido por su brutal lenguaje, por sus salidas escatológicas y por su desprecio del eufemismo. Cuando alguien pronuncia el nombre de Bukowski, otro alguien pone cara de asco. Pero apenas nadie conoce sus mejores poemas, (v.g):

En este mundo hay una soledad tan grande
que se ve en el lento avance de
las agujas del reloj
En este mundo hay una soledad tan grande
que se ve en el parpadeo de las luces de neón
en Las Vegas, en Baltimore, en Munich (…)
La gente no se porta bien con el prójimo
el uno con el otro
la gente sencillamente no se porta bien con el prójimo
Tenemos miedo
creemos que el odio equivale
a la fuerza
que el castigo es
amor
Lo que necesitamos es menos falsa educación
lo que necesitamos son menos leyes
menos policía
y más buenos maestros
Olvidamos el terror de una persona
que sufre en una habitación
sola
sin besos
sin caricias
aislada
dedicada a regar una planta sola
sin un teléfono que
de todos modos
nunca sonaría.
La gente no se porta bien con el prójimo.

Ser maldito no es sinónimo de un estilo, de una ruptura de tabúes, de una pose provocadora. Ser maldito es haber sido tocado por la mano de un dios poco dado la singularidad. Es haber nacido en un tiempo ajeno a la grandeza; o no haber nacido todavía.