miércoles, 20 de marzo de 2019

LA TIERRA


La estúpida idea de que la tierra puede pertenecer al hombre, o más bien a unos cuantos hombres, ha convertido a la humanidad en un puro despojo moral. Creer que, por derecho hereditario, o por haberlo adquirido en una transacción, la tierra puede ser propiedad de quien la habita es cuando menos una entelequia infantil. ¿Acaso puede un hombre solo llevarse una extensión de tierra a donde le apetezca? Será la tierra quien devore al hombre cuando éste deje de respirar, y no al revés. Las montañas, los valles y los ríos permanecerán ahí, tal vez despojados de su cubierta vegetal, cuando mueran los que creen poseerla, y mueran sus herederos y los herederos de sus herederos. El hombre puede allanar unos cerros o abrir agujeros en el corazón de la tierra, pero nunca será dueño de ella. Siempre ha sido y será precisamente al contrario. El ser humano pertenece a la tierra, vive en ella, se alimenta de ella, se reproduce sobre ella y vuelve a ella.
También podemos dibujar mapas en un trozo de papel y trazar líneas imaginarias sobre esos mapas, y creer que podemos dividir la tierra y alzar muros entre los pueblos, y convencer a sus moradores de que al otro lado del muro viven otros moradores que no merecen vivir en este lado de la grotesca frontera. Quienes recurren a la perversión de la historia humana –una irrisoria partícula de la historia de la tierra- para inocular el sentimiento de superioridad en los supuestos hijos de un trozo de tierra, solo engañan a los imbéciles. Todo eso de la patria, de la nación y del estúpido orgullo colectivo, no es más que un cuento para envenenar a los hombres y enemistarlos entre sí. ¿Acaso estoy obligado a sentirme más unido a los que habitan España que al resto del mundo? 
A lo mejor va a ser que los seres humanos deberían identificarse por otras ideas, otros principios en los que prevalezca la simple dignidad. Claro que, un ideal tan coherente, solo puede circunscribirse en los términos de la utopía, o más bien en la más simple de las ingenuidades.