La estúpida idea de que la tierra puede pertenecer al hombre, o más
bien a unos cuantos hombres, ha convertido a la humanidad en un
puro despojo moral. Creer que, por derecho hereditario, o por haberlo
adquirido en una transacción, la tierra puede ser propiedad de quien
la habita es cuando menos una entelequia infantil. ¿Acaso puede un
hombre solo llevarse una extensión de tierra a donde le apetezca?
Será la tierra quien devore al hombre cuando éste deje de respirar,
y no al revés. Las montañas, los valles y los ríos permanecerán
ahí, tal vez despojados de su cubierta vegetal, cuando mueran los
que creen poseerla, y mueran sus herederos y los herederos de sus
herederos. El hombre puede allanar unos cerros o abrir agujeros en el
corazón de la tierra, pero nunca será dueño de ella. Siempre ha
sido y será precisamente al contrario. El ser humano pertenece a la
tierra, vive en ella, se alimenta de ella, se reproduce sobre ella y
vuelve a ella.
También podemos dibujar mapas en un trozo de papel y trazar líneas
imaginarias sobre esos mapas, y creer que podemos dividir la tierra y
alzar muros entre los pueblos, y convencer a sus moradores de que al
otro lado del muro viven otros moradores que no merecen vivir en este
lado de la grotesca frontera. Quienes recurren a la perversión de la
historia humana –una irrisoria partícula de la historia de la
tierra- para inocular el sentimiento de superioridad en los supuestos
hijos de un trozo de tierra, solo engañan a los imbéciles. Todo eso
de la patria, de la nación y del estúpido orgullo colectivo, no es
más que un cuento para envenenar a los hombres y enemistarlos entre
sí. ¿Acaso estoy obligado a sentirme más unido a los que habitan
España que al resto del mundo?
A lo mejor va a ser que los seres humanos deberían
identificarse por otras ideas, otros principios en los que prevalezca
la simple dignidad. Claro que, un ideal tan coherente, solo puede
circunscribirse en los términos de la utopía, o más bien en la más
simple de las ingenuidades.
Estoy de acuerdo contigo, José Luis, tendría que haber esa sensación de hermandad en torno a la creatividad,a la solidaridad, a la integridad o a otras virtudes, sentir que esa es nuestra patria, que estamos unidos por lazos más significativos. Me ha gustado tu entrada amigo.
ResponderEliminarAbrazos en el día de la poesía. Feliz entrada de la primavera!!
Marina
Se dedican tantísimos esfuerzos a distinguirnos unos de otros... Con la mitad que dedicáramos a acercarnos, el mundo sería amable.
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