lunes, 19 de octubre de 2015

LOS TUMORES DE LA TIERRA


 
Tienen un apetito desmedido. Devoran cuanto encuentran a su paso. No sienten el menor interés por la dignidad ajena. Ignoran el sentido de la compasión. Agotan la tierra, el agua, la hierba, la carne, las flores y, luego, buscan otro lugar donde quede algo de vida. Se llaman a sí mismos "seres humanos".

viernes, 9 de octubre de 2015

CONTRA EL SENTIDO COMÚN


 

La ausencia de verosimilitud es innegociable. Aquí tan solo se puede permanecer con el imperativo de ser absolutamente refractario a la objetividad. Todo lo demás es pura especulación.

jueves, 3 de septiembre de 2015

ETERNA


 

Eva flotaba sobre la alfombra de espuma como si sus pies no soportaran el menor peso. Así se movía la dulce Eva, como un trozo de papel de fumar mecido por la brisa salobre de la orilla. En honor a la verdad, tengo que confesar que Eva siempre me pareció algo ficticia. Pululaba por la realidad igual que los mitos oscilan en el inconsciente infantil de los pueblos, pasando de memoria en memoria con insultante delicadeza. Será eso, digo yo, lo que hace a Eva fuente y objeto de nuestro insofocable anhelo.

miércoles, 10 de junio de 2015

ASPAVIENTOS




Nos mueven otros. Otros que no son éstos. Éstos tan solo son molinos de viento que agitan los brazos cuando los otros les soplan.  Da igual la sonrisa con que se retraten. Da igual la melodía con que nos adormezcan. Son molinos, que no gigantes. De vez en cuando alargan la mano para recoger unas migajas de agradecimiento, pero el viento -los otros, los que ordenan- les sopla tan fuerte que apenas pueden moverse de su sitio por miedo a quedarse fuera del edén que les tienen reservado.
 Eso sí, muy de tarde en tarde, aparece algún desquiciado que carga contra los molinos y les hace algún agujero en la manga, aunque no suele contar con la ayuda del viento.

sábado, 23 de mayo de 2015

LOS AÑOS INCONFESABLES


A cierta edad uno ya no espera grandes cosas de la vida excepto, claro está, el inexplicable misterio de vivirla. Es la mejor manera de no experimentar grandes decepciones porque, afortunadamente, con los años se va apreciando el sano ejercicio de despertarse para gozar del efímero silencio de la madrugada, cuando otros se acuestan. Tarde o temprano alcanzas la capacidad de celebrar las derrotas, de fracasar con el tesón de los elegidos, de perder con auténtica vocación y, además, saber disfrutarlo.
A cierta edad, lo bueno y lo malo es tan relativo que empiezas a sonreír cuando llega a tus oídos ese ingenuo canto de sirenas sobre la realidad. Y es así como, sin apenas darte cuenta, dejas atrás la tentación de la nostalgia y sobrevives al peso de los recuerdos y al vacío que dejan los que quedaron en el camino.
Algunos días, incluso, te calzas algún que otro instante de serenidad y te dejas adormecer por el cálido susurro de la templanza.

miércoles, 22 de abril de 2015

CURA DE HUMILDAD


Pues esta es la cara de tonto que se le queda al escritor cuando va a firmar libros en la feria del tal y a nadie le interesa lo que aquel le puede contar. 
No firmé ningún libro aquel día. Nadie sabía quien era yo, por supuesto. Por eso me alegré de tener junto a mí a unos buenos amigos que me ayudaron a reírme de mí mismo.
Me consolé pensando en aquel otro día, veinte años atrás, en la feria del libro de Madrid, donde había largas aglomeraciones para obtener el autógrafo de Gala, Pérez Reverte o Grandes. Allí encontré a un viejo solitario con gesto humilde que no parecía tener su tarde. Era Mario Benedetti. Ya saben; ese poeta del bigote blanco que hablaba de mujeres desnudas (y en lo oscuro) y de soledades muy pobladas.
Nadie hacía cola para estrechar la mano del escritor uruguayo. De hecho, ¿alguien sabía algo de Uruguay? Por ese motivo, mi hermana tiene hoy la firma de Benedetti en un modesto ejemplar de las Canciones del más acá.
Lo cierto es que todo eso no quita para saber apreciar el inmenso valor de una buena cura de humildad. 
Habrá que aprender a escribir o, tal vez, ponerse en manos de un avispado agente editorial. Me quedo con la primera opción.

viernes, 17 de abril de 2015

TODO ES NADA... Y NADA ES MÁS DE LO QUE PARECE




Hay ocasiones -no todas las que uno hubiera deseado- en que consigo sentarme en mi viejo sillón verde y sumergirme en la espuma de los delirios ajenos. Suele suceder entonces, que mis pies se adormecen abrigados por el suave pelaje de mi flemático compañero.

Otras veces tengo la enorme dicha de apretar un botón y acceder a esos universos donde todo mi ser se deja enajenar por la voz de las sirenas.

Pero, sobre todo, hay días en los que cierro los ojos y vuelvo a vivir aquellos instantes en los que -al menos vagamente- fui feliz.

Y es en todos esos paisajes, en todos esos desvaríos, en todas esas transfiguraciones, cuando uno adquiere la lúcida noción de lo que significa la palabra plenitud.
Teniendo en cuenta, eso sí, que todo lo que un día me importó fue producto del sueño.


domingo, 15 de febrero de 2015

HAY CHUBASCOS DE LUNA SOBRE LA ALFOMBRA



Por lo que he llegado a saber -que es poco y de escasa utilidad- no existe ninguna criatura humana cuya piel exhale el perfume de las flores de almendro. Ahora bien, no es menos cierto que, aquellos que son capaces de multiplicar sus vidas en el interior de unas páginas, han adquirido el derecho a creer que el talle de un amante podría oler como huelen los sueños. Y eso sucede porque las otras vidas que vivimos cuando estamos leyendo pueden (y deben) contener chubascos de luna sobre la alfombra. 
No existen las personas maravillosas salvo en nuestro febril imaginario de fabuladores empedernidos. A veces, eso sí, hay seres humanos cuya calidad nos devuelve la fe en nuestra especie.
Mientras tanto nos queda la posibilidad de acercar la nariz a las ramas salpicadas de nata y creer en todo aquello que nos de hace estar vivos. 

miércoles, 4 de febrero de 2015

EL ASOMBRO


Lo que más me fascina de La Morocha es su capacidad para el asombro. Se diría que ha nacido para asombrarse una y otra vez sin solución de continuidad. Hay noches en que la he sentido asombrarse más de diez veces consecutivas. En esas horas, paradójicamente, el asombrado suelo ser yo.

viernes, 2 de enero de 2015

MIEL


 
De alguna manera que no alcanzo a comprender ha entrado una ninfa en el tarro de la miel. Cada tarde, la familia en pleno se congrega en torno a la mesa de la cocina para contemplar las evoluciones de nuestra diminuta invitada en el espeso fluido. Ella se mueve despacio sin preocuparse por las posibles consecuencias de una alimentación acusadamente hipercalórica. Mi hermana -tan discreta ella- ha sido la primera en dar la voz de alarma sobre el desmesurado tamaño de las nalgas de nuestra ninfa. Y qué más da -pregunto yo- siempre que ella sea feliz en su universo de ámbar.