domingo, 12 de febrero de 2017

CREER EN LOS MILAGROS





Resulta curioso que, a lo largo de la vida, uno haga tantas cosas que sabe perfectamente que no van a servir de nada. Uno da los buenos días a la señora panadera, a pesar de que ésta nunca va a contestar. Uno pega carteles para una velada poética, sabiendo que solo van a acudir unos cuantos conocidos. Hacemos ejercicio conscientes de que la próstata nos puede fallar el día menos pensado.
Nadie nos va a devolver lo mucho que nos han robado, pero aun así, hacemos lo que hay que hacer y clamamos en el desierto para que el viento nos escuche. Aunque sepamos que los que nos roban la vida no van a sentir el menor arrepentimiento. 
Seguiremos tratando con respeto al prójimo, aunque el prójimo nos trate con zafiedad, porque nuestra forma de ser es suficiente para dar testimonio de que quisimos ser personas cuando estaba pasado de moda. 
Somos conscientes de que el arte de pensar es una actividad perseguida, y sin embargo, seguimos escribiendo literatura. 
Nos va la vida en ello...

4 comentarios:

  1. Muy bien dicho, es un sentimiento común. Hay que actuar según nuestros parámetros morales y vitales. ¿Qué sería de nosotros, escritores, si no escribiésemos? ¿Nos podríamos mirar al espejo si no clamásemos al desierto? Un abrazo.

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    1. Tengo que confesar que hace mucho tiempo que no voy a clamar debidamente al desierto. Sin embargo, sigo cantando (desafinando) en la ducha.

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  2. Eso sí, nunca creamos que vamos a tener éxito. Fracasa de nuevo, fracasa mejor. Quizá el fruto de nuestros actos lo obtengan nuestros tataranietos. Y el que no vaya a tenerlos, que considere como propios los ajenos. Si creemos que en vida podremos ver el producto de nuestra siembra, nos desilusionaremos y eso es peor.

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  3. Resulta hasta romántico, verse en estas situaciones aparentemente inútiles, a sabiendas de que lo son, y aun así, seguiremos obrando en consecuencia. Mejor tontos soñadores, que realistas conformistas.

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