miércoles, 22 de abril de 2015

CURA DE HUMILDAD


Pues esta es la cara de tonto que se le queda al escritor cuando va a firmar libros en la feria del tal y a nadie le interesa lo que aquel le puede contar. 
No firmé ningún libro aquel día. Nadie sabía quien era yo, por supuesto. Por eso me alegré de tener junto a mí a unos buenos amigos que me ayudaron a reírme de mí mismo.
Me consolé pensando en aquel otro día, veinte años atrás, en la feria del libro de Madrid, donde había largas aglomeraciones para obtener el autógrafo de Gala, Pérez Reverte o Grandes. Allí encontré a un viejo solitario con gesto humilde que no parecía tener su tarde. Era Mario Benedetti. Ya saben; ese poeta del bigote blanco que hablaba de mujeres desnudas (y en lo oscuro) y de soledades muy pobladas.
Nadie hacía cola para estrechar la mano del escritor uruguayo. De hecho, ¿alguien sabía algo de Uruguay? Por ese motivo, mi hermana tiene hoy la firma de Benedetti en un modesto ejemplar de las Canciones del más acá.
Lo cierto es que todo eso no quita para saber apreciar el inmenso valor de una buena cura de humildad. 
Habrá que aprender a escribir o, tal vez, ponerse en manos de un avispado agente editorial. Me quedo con la primera opción.

7 comentarios:

  1. Fíjate: hubo una vez un japonés que trabajaba en Holanda. Conoció una chica allí, holandesa, claro. Un día la estranguló (o la acuchilló, cualquiera sabe), la troceó y lentamente se la fue comiendo. Cuando lo detuvieron dijo aquello de "¡Jo! (que en japonés quiere decir cualquier cosa) pensé que una holandesa era una hoja de papel. Estuvo una temporadita en la cárcel, no mucho para no cansarlo, y allí escribió un libro con sus experiencias como holandesófago. Un éxito, oiga, un best-seller. ¡No, José Luis, no!, ¡no me mires así! ¡ahhhh!....

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  2. Jajaja, echo de menos vuestras conversaciones!!

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  3. Jajaja, echo de menos vuestras conversaciones!!

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  4. Piensa que al menos tenías caseta y un sitio para estar... Hay gente que ni eso, o en un banco como el chaval que estaba los primeros días de la feria, con sus libros y libreta y su nombre en un cartel, escrito a mano...
    Un brazo... o sea, un a-brazo.

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    1. Yo me sali de la caseta... para estar con los amigos!

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