domingo, 23 de diciembre de 2012

ENHORABUENA

Pues sí; mi más cordial enhorabuena a los gobiernos. No a este gobierno de la nación, sino a todos los que pueblan nuestro pueblo: a los gobiernos municipales, a los gobiernos regionales y a los anteriores gobiernos. Enhorabuena, porque entre todos han conseguido arrojar un balance positivo. Por fin hay un número que ha crecido visiblemente en los últimos cuatro años. Me refiero, por supuesto, al número de mendigos que hay en las calles. Al número de seres humanos que se agolpan en los comedores sociales. Al número de criaturas que sobreviven a base de caridad. Al número de los que duermen en las puertas de los bancos. Gran labor social la de los bancos; permitir que un ser humano pernocte junto a uno de sus generosos cajeros. Enhorabuena también a los banqueros, a cuyas arcas van a parar esos milloncejos que nos recortan en sueldos, pensiones, inversiones científicas y culturales, subsidios de desempleo y otras menudencias. 
Queridos gobernantes; lo habéis conseguido, habéis logrado multiplicar por cien el número de personas que practican la mendicidad en la calle. Al fin y al cabo, para vosotros, un número es un número. Y detrás de los números no hay sentimientos, no hay anhelos, necesidades básicas, ni siquiera dignidad. Con los números se elaboran estadísticas que no significan nada para quienes sólo entienden de macroeconomía. Y la macroeconomía es la ciencia creada por y para los psicópatas. 
Os merecéis otro aumento de sueldo. Pero cuidado, es posible que vuestros hijos sufran ataques de ansiedad cuando tengan que abrir todos esos regalitos que les han tocado en gracia. 

2 comentarios:

  1. 76147556, mi número. Lo que soy para Rajoy, para Griñán y hasta para el médico de familia que tengo asignado en el ambulatorio. No saben de qué color son mis ojos, qué forma tiene mi boca o la textura de mi piel. Mucho menos saben cuáles son mis preocupaciones, cuáles mis miedos, mis amores, mi necesidad creativa. Si escribo poesía o compongo música en una guitarra. Si la comunicación en todas sus facetas es la sangre que riega mi cuerpo. Ni siquiera saben cuál es mi método de enseñanza, o si disfruto o hago disfrutar con mis clases. Pero son ellos los que deciden sobre mi vida. Sobre mi presente, sobre lo que podré o no llevar a mi nevera e incluso sobre las posibilidades de futuro. O no. Porque mi futuro me lo marco yo y la suerte. Porque ya está bien de tanta manipulación y que nos escondamos en el de delante, como cuando el profesor va preguntando la lección y nos nombra de forma salteada. Gracias Gart, por hacernos pensar.

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  2. Ellos no saben nada de ti, ni de mí. No saben nada de los individuos a los que arruinan la vida, ni les importa un pito. Y cuanto menos sepan mejor. Que no se enteren de lo que hacemos, que no asomen la nariz bajo sus felpudos, bajo sus alfombras, bajo sus estrados. Mientras no se enteren de lo que hacemos, tendremos esperanza.
    El que piensa libremente es la mosca cojonera que hará tambalearse más de un trono.

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