domingo, 9 de diciembre de 2012

EL TESORO DE OCCIDENTE



Todo aquello que se nos oculta de la mirada en los espacios que identifican la civilización es desvelado con impudicia a través de las ventanillas de los trenes. El trayecto del ferrocarril nos proporciona paisajes de todo tipo: desde la radiante belleza de las dehesas, hasta la sordidez de los suburbios. Nadie se ha ocupado de esconder esas toneladas de chatarra que se agolpan junto a las vías. Nadie limpia los arroyos de fango que discurren junto a la oruga mecánica.   Eso sería como esconder la verdad. En alguna parte habrá que apilar lo que ya no sirve.
Girones de plástico, lavadoras oxidadas, tresillos desvencijados, tubos de escape, ruedas de automóvil, fragmentos de alicatado, cascajo, ropa descolorida, teléfonos móviles, gallinas muertas, ordenadores, bolsas de la compra, bolsas de basura, minibolsas, bolsas gigantes, viejos televisores, sostenes potrosos, zapatos impares, maletas… el tesoro de una gran civilización. 
Si somos lo que producimos, mucho me temo que nuestra capacidad de generar despojos empieza a ser nuestro mayor patrimonio.

4 comentarios:

  1. No lo has pillado: ya Gaudí, con la ayuda inestimable de T. D. Agapito, inventó el trencadís, el rompible, consistente en un porción de trozos de azulejo tutticolori pegados con cemento cola como si fuese en serio. En realidad, todo eso es p'hacer bonito.

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  2. Bueno, perdón, ya le había cambiado el nombre: T. H. Agapito, y no T. D., los dioses me perdonen

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  3. Este problema estético se podría reducir si se pagáramos más por la basura que producimos. En Alemania pagamos por las botellas de plástico y las latas de las bebidas 25 céntimos, antes te encontrabas basura de este tipo por todas partes, ahora cuatro botellas hacen un euro, ya no se tiran así como así. Pagamos por la basura orgánica, contenedor marrón, pagamos por la basura que resulta del empaquetado de los productos, es decir, todos los plásticos y demás envoltorios, contenedor amarillo, pagamos por el papel, contenedor azul, pagamos por el resto de la basura, contenedor negro, el vidrio tienes que llevarlo al contenedor de vidrio porque no se puede tirar en ninguno de los contenedores mencionados, y si lo haces simplemente no se lo llevan, tampoco las pilas, ni las medicinas, ni las pinturas, ni los disolventes, ni nada por el estilo, ni los ordenadores, ni ningún tipo de electro-chatarra, pagas por deshacerte de todos estos desechos en las plantas de reciclaje. Yo creo que todavía pagamos poco por toda la mierda que consumimos. "La administración" que tienes que llevar de tus propios "despojos" te conciencia haciéndote pensar que sí, que la basura es verdaderamente un tesoro, al mismo tiempo ves como con el negocio de la basura, algunos hacen realidad el codiciado sueño alquimista "hacer de mierda oro". Luego están los despojos aparentemente limpios, y esto si que es arte, estos no nos producen tantas arqueadas estéticas, entre otras cosas porque no los vemos, no los olemos, no los percibimos, si lo hiciéramos sería demasiado tarde: los residuos radiactivos, no hay dinero en el mundo que pueda amortizar esta joya tan oculta. Lo que parece un problema aparentemente estético, y creo que es a esto a lo que te refieres, esconde un problema existencial más grave, con nuestra cultura occidental de usar y tirar no solamente estamos afeando el espacio, sino que además, y lo que es peor, nos estamos consumiendo y destruyendo los recursos de las generaciones futuras, y todo esto de fiado, esto no es "p'hacer bonito".

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  4. Todo lo que se consume genera deshecho. La literatura no suele deshecharse porque no se consume. Y si se consume es porque no es literatura. Pasa igual con la música, con el arte. No así con el tiempo, que se consume y nos consume conviertiéndonos en un deshecho. Lo que se adquiere se devalúa desde el momento en que se posee. También el ser humano se devalúa con los años. Yo empiezo a estar tan devaluado que no sirvo ni para unas rebajas.
    Un abrazo muy fuerte a Miguel y a Esther. Gracias por vuestras reflexiones.

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