domingo, 19 de febrero de 2012

TODOS LOS POETAS TIENEN DOBLE VIDA



Salvo raras excepciones, todos los poetas llevan doble vida. De algo tendrán que comer las criaturas, digo yo. Los hay profesores, dependientes, administrativos, ingenieros, fotógrafos, zapateros, aparejadores, bibliotecarios, jornaleros, mineros, restauradores, carteros, camareros, instaladores de cocinas, farmacéuticos, porteros, comerciales, sociólogos, vigilantes de vertedero, cocineros, estomatólogos, e incluso médicos. Seguro que he dejado atrás un número considerable de variopintas profesiones –espero que nadie se siente olvidado u ofendido- pero es que la vida es así y en la viña del señor tiene que haber de todo, menos uvas. Viene al caso esto de la necesidad de trabajar para poder escribir, justamente por la profesión médica. Mi admirada poeta (y a pesar de todo amiga) Carmen García es, entre otras muchas cosas, médico especializada en inmunología. También trapichea con bolígrafos de imitación, pero al parecer no se trata de una actividad muy lucrativa, dado que luego se dedica a regalarlos a los amigos.  Pero ese no es el caso. El caso es que en su época de laboratorio –la mejor de su vida, según me contó- fue partícipe de un inquietante descubrimiento. Por causas fortuitas, el equipo donde trabajaba la poética doctora García, llegó a la conclusión de que los hornos microondas con portezuela de cristal alteraban el ADN de todo bicho viviente que pasara por las inmediaciones del citado artilugio.
Este descubrimiento podría ser la explicación a la extraordinaria decadencia intelectual y moral que empieza a manifestarse en nuestra civilización occidental. Las alteraciones en el ADN causadas por la proximidad del horno microondas serían la causa de que una buena parte de nuestros adolescentes no sepan lo que es leer por el puro placer. Cierto es que no podemos cargar todo el peso de la culpa en los microondas, cuando todos sabemos que nuestro sistema educativo sigue empleándose a fondo en privar a los jóvenes de su derecho a la educación.
Lo que sí parece plausible es que el devastador efecto de los microondas en el ADN sea el causante de que nuestros gobernantes se dediquen a regalar dinero público a los banqueros; despojar a la clase trabajadora de derechos fundamentales, bajar el sueldo a los empleados públicos, subir el sueldo de concejales y alcaldes, cerrar bibliotecas, indultar a políticos corruptos y, en fin, hundir en el descrédito a esa utopía llamada estado de derecho.
Por supuesto, todo esto es pura teoría. Pero también es cierto que, por más que le doy vueltas a la cabeza, no encuentro otra explicación para la actitud conformista, complaciente, e incluso masoquista de un pueblo literalmente estafado por los de arriba. Eso explicaría la única razón de que nuestros gobiernos actúen de manera tan infame. Todo aquel que actúa de forma mezquina lo hace “porque quiere y puede”.  

4 comentarios:

  1. No sé si serán los microondas, el chorizo Revilla o la tele, y no por verla sino por las evidentes ondas que desprenden los aparatos, puestas ahí a propósito para el objetivo, que siempre es atontar, de modo que podemos colegir que no depende del programa (incluso los reportajes de la 2) sino del aparato en sí. De todas formas, también afirmo y demuestro que hay tanta gente que prefiere estar contento y engañado (independientemente de teles y microondas) que si me dieran 1 € por cada uno de ellos, serìa más rico, mucho más rico que Bill Gates, sin necesidad de garages ni otros insanos locales.

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  2. Ahora que lo pienso...lo mismo son las puertas las que nos atontan, o mejor dicho las fronteras...puede que las ondas de un lado al chocar con el otro estallen en infinitas púas de rosal. El otro día vi la "ola" y puedo jurar que impacta. El Mediterráneo se mezcla con el Atlántico en una ola armónica, pausada. No hay puerta entre los dos mares. Quizá por eso dejo abierta la mía cuando llaman a mi fono. Mis amigos los encuentro en la misma onda.

    Me siento afortunada por estar en tu onda...querido amigo

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  3. Los abrazos son más verdaderos que la realidad. Las fronteras son mentira, no hay nada pintado en el suelo.

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  4. Pues si tú conoces bien Anomalía... quiero descubrirla... o quizás estoy en ella con frecuencia y ya no distingo si estoy dentro o fuera... Si tú te sientes bien en Anomalía.... querido amigo, quiero estar en ella.

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