miércoles, 29 de febrero de 2012

NÁUFRAGO DE INVIERNO


No era un sombrero en el estricto sentido del término lo que llevaba sobre la cabeza. Servía eso sí para protegerle de los rayos del sol pero no era un sombrero. Parecía más bien un platillo volante elaborado con tallos de junco. Tampoco era una caña de pescar aquel trozo de bambú con el que pescaba. Y sin embargo los peces picaban en el anzuelo igual que lo hacían con las cañas sintéticas. Ahora mismo podía sentir cómo los peces mordisqueaban el cebo en la mano con que asía la caña hincada en la arena de la playa. Se preguntaba qué clase de pescado cobraría al final de aquella tarde de otoño. Si fuera un buen sargo podría cambiarlo en la casa de comidas de María por una cena con gazpacho y vino fresco de Chardonay. Antes tendría que recorrer más de una hora de camino que le separaba de la aldea. Pero el sendero serpenteaba por un frondoso bosque de ladera poblado de encinas y quejigos donde la luz del sol penetraba con delicada intermitencia.
Después de la cena iría a dormir a la casa de aperos que había alquilado para pasar el invierno. No tenía luz ni agua pero de eso se trataba. Tan solo quería vivir durante aquellos ocho meses como un náufrago. Mas ahora nada de eso le importaba. Lo único que ocupaba su mente era preguntarse si aquel incauto que hoy mordería el anzuelo era una lubina o un sargo o una dorada o tal vez un mero. Eso y encontrar el lápiz que tenía prendido sobre la oreja para llenar de notas el margen de la página que acababa de leer.
Lo demás le era completamente ajeno
 ,

2 comentarios:

  1. Haces trampita, queridísimo. Fíjate en este fragmento: "Tampoco era una caña de pescar aquel trozo de bambú con el que pescaba. Y sin embargo los peces picaban en el anzuelo igual que lo hacían con las cañas sintéticas". Ese punto y seguido antes del Y sin, podría ser una coma. Para eliminar la coma debe ser más evidente. Te lo digo como lo siento. Un abrazote. No todo va a ser bueno, joío.

    ResponderEliminar
  2. Ya está el Miguelito con sus parámetros decimonónicos. No sé por qué te quiero...

    ResponderEliminar