lunes, 27 de febrero de 2012

MUJER TENÍA QUE SER



Habéis picado y me alegro de ello. No iban por ahí los tiros, malpensados/as. Me refiero, claro está, a Shahrazad o Sherezade, la encarnación o tal vez la mitificación de la creación literaria. En efecto, Shahrazad personifica todos los sueños de la humanidad, lo mejor y lo peor de nosotros mismos, y lo que es más: la mayor de nuestras victorias sobre la tiranía de la realidad. Porque, en palabras de Gustavo Martín Garzo: “el hombre no puede alimentarse tan solo de realidad, necesita relatos que le permitan transformar las pequeñas circunstancias de su vida en algo significativo y precioso que pueda compartir con sus vecinos”. El hombre necesita soñar… y escuchar los sueños ajenos.
Shahrazad guarda en sus labios el mayor tesoro de la humanidad, la alquimia capaz de engendrar criaturas inimaginables. Mediante estas quimeras no sólo hace soñar al lector sino que también se salva de un destino fatal y además también nos salva de ese mismo destino a los que nos ponemos en sus manos. La imaginación es la única tabla de salvación que nos queda frente al aplastante peso de la realidad, una realidad que nos conduce de manera indefectible hasta el abismo. Por eso hemos de reconocer que hay más vida en las palabras escritas que en la propia existencia. Por eso y porque nadie puede separar los sueños de la realidad.
Apuntaba Proust que “la verdadera vida, la única realmente vivida reside en la literatura” ¿Exageraba? ¿De qué otro modo podemos conocer la complejidad del mundo si no es mediante la riqueza extraída de las ficciones escritas?
No leer relatos implica la renuncia a la mitad de nuestro ser. Cabe la posibilidad de sustituir la palabra escrita por el relato cinematográfico. Aunque todo hace suponer que nuestra sociedad se encamina hacia lo audiovisual como soporte de esa necesidad, la transformación del relato narrado en imagen no deja de ser un sucedáneo.
Shahrazad, la de los ojos almendrados, la princesa de nuestros sueños, la heroína que venció a la muerte sin otra ayuda que la del ingenio, nos mostró el camino para penetrar en el único territorio infinito que siempre quedará por explorar: muestra imaginación.
Mujer tenía que ser.

(Este artículo es un modesto homenaje al de Gustavo Martín Garzo, titulado “Las vírgenes suicidas” publicado en el diario El País el pasado 19 de febrero de 2012)

4 comentarios:

  1. lo bueno es tener amigos sherezades...de esa manera nunca estamos solos y siempre estamos inventando..convirtiendo nuestros días en relatos, con ganas de contarlos. Hoy he hablado con una trabajadora transfronteriza que me dice que si calla se convierte en piedra, pero que si habla la pueden rechazar...
    Gracias Gart

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    Respuestas
    1. Podrán arrancarnos la lengua
      podrán sacarnos los ojos
      pueden (y lo hacen) vocear sus mentiras a los cuatro vientos
      pueden (y lo hacen) tomar lo que es de todos y dárselo a algunos
      Pero nunca podrán quitarnos nuestros sueños

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  2. Lo mejor de la república son sus muchachas, dijo Roque Dalton

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  3. Y lo dijo con conocimiento de causa. Allá los amantes de los prejuicios; yo prefiero creer en los individuos, sea cual sea su sexo, color, convicción o condición.

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