martes, 16 de noviembre de 2010

SIGUE BAILANDO

Y no te preocupes por nada. Sigue pasándolo bien; ajeno a todo el dolor del mundo. Sigue bebiendo calimocho, cocacola con salfumán, fanta con matarratas. Sigue así y no te pares. No saludes, no cedas el paso, no cedas el asiento, no te pongas en el lugar de los demás. No te impliques. Sigue gritando, riendo, cantando, percutiendo la batucada; que yo me pondré tapones para dormir, y trasladaré mi dormitorio al cuarto de baño. No te preocupes por nada, deja los desperdicios en el suelo, que yo los recogeré mañana y los depositaré en ese contenedor que está a metro y medio. Sigue, sigue, sigue y no te pares. Lleva a tu perro suelto, porque no mola lo de la correa. Porque la correa no es guay. No pasa nada. Si se pierde, no tienes más que colgar un cartelito en el árbol del parque. Si se pelea con otro y le arranca una oreja, es más que probable que su dueño pague un seguro médico. Ni siquiera te enterarás si muere atropellado. Nadie te lo dirá. Si un desalmado lo usa como sparring para perros de pelea… son cosas del destino, del zen y del karma. La vida es así.
Y nada de llevar casco en la moto. Eso son cosas de viejos y de perdedores. Lo que mola es eso de sentir el aire en las orejas, sentir el embriagador perfume de la libertad, y volar, volar, volar, como vuelan los pájaros allá en lo alto. La moto es una extensión más de ese colocón que te has pillado con el calimocho, los porros, la cocacola con salfumán y la fanta con matarratas. La moto es poderío. Es guay saltarse los semáforos, zigzaguear entre los coches, y adelantar a todos esos carrozas que sí, tienen motos muy grandes y muy potentes, pero no tienen lo que hay que tener para correr lo que hay que correr.
Sigue corriendo, bien colocadito, sin casco, sin permiso y sin seguro. Ya pagarán los otros. Es lo mejor que puedes hacer, porque eres un buen donante de órganos. Y porque tal vez mañana, un enfermo del corazón, del hígado o de los riñones (si es que no te los has castigado demasiado con tanto brebaje y tanto canuto) te lo agradecerá el resto de su renovada vida. Pero, por favor, ten cuidado cuando te la pegues, no sea que te dañes los ojos y esos ojitos tuyos tan monos, que tanto te han servido para echárselos a más de una periquita, podrían devolverle la vista a más de uno.
Sigue bailando, que es bueno para el corazón, y siempre habrá alguien que lo merezca, alguien que le daría algo de sentido a su existencia. Alguien capaz de respetar el descanso ajeno, alguien que no deja el suelo hecho un muladar después de una ruidosa fiestecilla. Alguien que, por respeto al otro, nunca conduciría ebrio. Alguien que dejaría latir ese corazón como un potro desbocado escuchando las notas de un laúd. Alguien, en resumen, que supiera valorar su propia vida y la vida de los demás.

4 comentarios:

  1. Miguel Arnas me pide que cuelgue este comentario y yo (obsecuente) procedo a ello:
    Estoy convencido de que si en un momento le dijeras a uno de esos oye, que ahí hay personas, contestaría ¿personas?, ¿qué es eso?, ¡ah, claro, ahora caigo!, ¿dónde?, ¡uf!, no me había fijado en que hay personas. Es peor la indiferencia que la mala leche, peor la ignorancia que el encono.

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  2. Tengo chungo el ordenata, o la conexión no va bien.
    Pruebo a publicar a ver si se pierde el texto de nuevo

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  3. Jose, disculpa la prueba anterior, es que se me pierde lo que escribo y jode, y luego no recuerdo para rehacer.

    Pues sí, cuando se es jovencito, se es también muy inconsciente. Pensamos que sabemos más que nadie. Que los mayores son unos carcamales que viven a destiempo.

    Lo malo del asunto es que esto va a peor; no tiene visos ningunos de mejorar.
    Los "niños" (algunos con más de 30 años) van a su bola, y los padres poco pueden hacer: porque además tus propios hijos te pueden dar una chuleta, y luego qué vas a hacer ¿ir a denunciarlos?.
    La cosa pinta mal.

    Estuvo por aquí el juez Calatayud dando una charla, y creo que dijo muchas verdades: la juventud se nos ha ido de las manos. Cubatas y porros es lo único que esperan de la semana.
    Antes le echábamos la culpa al sistema capitalista, de consumo desaforado y vicio sin control; y fuimos algunos, viciosos, pero trabajando de sol a sol.
    Ahora tenemos la generacion "ni ni", y lo grave del asunto es que la culpa no es de ellos, de los jóvenes. Más bien de los políticos asquerosos que nos gobiernan. (siento el exabrupto, pero temo por mi chico de 12 años).

    Siempre interesantes tus escritos.

    Saludos

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  4. Guapo lo de tomarse la vida en broma y la literatura en serio. Con tu permiso, plagiaré y usaré la frase entre mis allegados.

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