De todos es sabido que no todas las invasiones bárbaras se han
practicado con la cruenta barbarie que debería caracterizarlas.
Frente a las ocupaciones con el arma en ristre y los pendones al
viento, existen otras más calculadas -y muchísimo más sibilinas-
que, de a poco a poco, al puro merme, han llegado a hacerse con el
control y la soberanía de predios ajenos, ante la parsimoniosa
aquiescencia de los lugareños, ingenuos ellos.
Así, en el polo opuesto a la ocupación de Polonia por las palotinescas tropas del tercer reich, al son de la wagneriana Cabalgata
de las Walkirias, existen otras formas de prácticas incursivas cuya
eficacia se ha revelado insólitamente efectiva para el contingente
invasor.
Pongamos por ejemplo la triple invasión por parte de
mercancías, empresas y habitantes que, desde la República Popular
China se viene practicando lenta pero inexorablemente a lo largo y ancho del mapamundi de Torrelodones desde hace ya
unas décadas. A día de hoy, es casi imposible adquirir un
subproducto que no haya sido facturado en el paraíso del
comunismo, generalmente en condiciones laborales que el reconocido
psicópata Henry Ford hubiera firmado con un ojo cerrado y el otro
avizor.
Pues, a lo que parece, y ante la incapacidad de reacción de los
académicobuenaletrenses, se ha constatado que el Institutum
Pataphysicum Granatensis está algo más que infiltrado en la llamada
Academia de las Buenas Letras de Granada (presumiendo que el título
de la citada fundación no debe referirse a la caligrafía de los
miembros y miembras que en ella pululan) pues el creciente número de sátrapas que se suman a las listas de la mentada academia invita a
la reflexión.
Es fácil suponer pues, que si el goteo de patacadémicos sigue
creciendo en los próximos años, cabría la posibilidad de que
acabaran adquiriendo la titularidad sobre la mayoría de las eruditas poltronas,
dado lo cual, todas las decisiones estarían vinculadas a los
designios del doctor Faustroll. Ahora bien, teniendo en cuenta que la
única obligación del patafísico es no estar obligado a nada, es
verosímil dudar de la eficacia de tal invasión, en tanto que, en su patafísica
esencia, los patafísicos nunca llegarán a un acuerdo
sobre ningún punto que allí se planteare.
No obstante, también podríamos pensar que, al consentir la entrada de
la caterva jarryniana en su seno, la egregia Academia local está
proyectando infiltrarse en el contubernio enemigo, y de esa manera
acceder a los enigmáticos saraos del I.P.G., y tener información de
primera mano de lo que allí se cocinara. Y esto es lo más
preocupante del conflicto que aquí nos ocupa pues, si la flamante
A.B.L. obtuviera acceso a temas tan confidenciales como, sin ir más
lejos, las defenestraciones periódicas de los sátrapas del I.P.G.,
correríamos el serio peligro de asistir a la defenestración de la
tan loada como imprescindible academia (mobiliario incluido) sobre el
pavimento de la Acera del Casino. Y si eso sucediera -cosas más
estrambóticas se han visto- nos veríamos ante el apocalíptico
espectáculo del descerebramiento masivo de los egregios
patacadémicosdelospulcrosgrafemas. Y allí, omnipresentes, siempre
omnipresentes, -porque la omnipresencia es preceptiva incluso en la
peor de las peores tragedias- aquellos sátrapas que hubieran o
hubiesen sobrevivido al holocausto de las buenas letras, por aquello
de no haber sido empoltronados en protocolarias poltronas
patacadémicas, entonarían henchidos de fervorosa consternación, la
iniciática tonada del descerebramiento.
Mirad, mirad el trituraperros girar / Mirad, mirad los sesos
saltar/ Mirad, mirad a los Bienpensantes temblar/ Urrah! El Cuerno
por el Culo, viva el Padre Ubú
Hasta aquí lo que trasciende en gacetillas y pasquines locales.
Empero ¿qué hay detrás de toda esta polémica entre los hunos y
los hotros? Pues nada más y nada menos que una conjura, una
maquinación gestada en los lúgubres salones de la Real Maestranza
de Caballería, con la intención de recuperar el control del
Cotolengo de Santa Eduvígis Sinclética, que nunca estuvo en manos
de sátrapa o académico alguno, pero que, por aquello de conspirar,
los maestrantes se han deslizado en ambas congregaciones con ínfulas
de mangoneo, chupeteo y triscamiento.
Y todo esto ¿por qué? ¡POR QUÉEEEE! gritarán ustedes, sufridos
lectores, por quéeeee. Pues ni más ni menos que por las ansias del
Rector Magnífico Perezoso, del I.P.G., regente, asimismo, de la
Cátedra de Brevidoxología y Heurística de lo Epifantástico,
Secretario del Departamento de las Nubes, los Silencios y los
Eremitas, cuya mayor aspiración ha sido, es y será la de ser
nombrado Caballero de la Orden de Malta (Prieuré Oecuménique de la
Sainte-Trinité-de Villedieu) y vivir eternamente del cuento; y esto
lo juro por la candela verde. ¡Merdre!
Así son las cosas y así se le hemos contado.
LA VERDAD, QUE ME HE HECHO UN LÍO...
ResponderEliminarNO OBSTANTE, COMO DIJO EL RECORDADO DANIEL RABINOVICH:
"LO IMPORTANTE NO ES GANAR,
SINO HACER PERDER AL OTRO "
ESTOY CON VOS, PEPELUÍ....
malevo exiliado 24/05/2016
Desgraciadamente, todo es verídico. El contubernio es una afición carpetobetónica demasiado enraizada para ser extirpada. Tanto es así que, se lo juro news, estoy leyendo el libro de cuentos Vademécum, del autor argentino Luis Ángel Gonzo, premiado por la Concejalía de Juventud del Excmo. Ayto. de Granada, con un jurado integrado íntegramente (la redundancia es del propio Gonzo) por miembros de la ABL granadina, y debo constatar y constato que las narraciones son altamente patafísicas y por ende, nocivas para la salud mental normalizada y protocolizada del mundo mundial. Jóete y suda.
ResponderEliminarY la cosa no queda ahí. Todavía queda por constatarse a donde van a parar las cuotas que los sátrapas pagan religiosamente (y cuando digo religiosamente me estoy refiriendo a un acto de fe) y que administra el administrador pecuniario en montantes de millones de agapitercios mensuales, pues al parecer, y dentro de un orden, se sabe que acaban en manos del Bilderbergh, con una comisión del 2% a la logia francmasónica de Colomera, y que, como todos sabemos, son mecenas subsidiarios de la Academia de las Buenas Letras no Caligráficas. Desde la cuenta del Popular, pasando por un bufete de Panamá, los agapitercios recalan en Barbados, para, posteriormente, costear la labor de lobby, que se ocupa de facilitar el ingreso del Rector Patahpysico, en la Nobilísima Orden de la Jarretera (The Most Noble Order of the Garter) donde se codearía con su eminencia reverendísima J.C.B y B, quien, a buen seguro, se llenaría de orgullo y satisfacción.
ResponderEliminarMis alumnos siempre confundían cotas con cuotas. Unas atienden a la medición de elementos dibujísticos, y las otras son las que usted nombra, dilecto Gart. Habría que preguntarle al tesorero, que creo recordar por sus chaquetas raídas y su sombrero pajizo, que no se parece en nada ni a J. C. B. B. ni a las entidades que usted nombra, pero puestos a buscar agapitercios, la verdad es que se pueden encontrar donde se quiera, y excepcionalmente en la Isla del Tesoro, donde el tesorero luce un hermoso y soleado esqueleto.
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