El sábado 26 de julio de 2025, Margarita Victoria tuvo una caída sin importancia. Lo malo es que esa caída le hizo llegar dos minutos tarde. Llegar dos minutos tarde a la oficina no es un gran problema para la mayor parte de nosotros, pero en el caso de Margarita Victoria supone perder muchas opciones, porque Margarita Victoria se gana la vida sobre una bicicleta y su caída en la primera etapa del Tour la ha descartado para estar entre las diez primeras.
El domingo 27 de julio de 2025, en la segunda etapa del Tour, Margarita Victoria, a diez kilómetros de la meta, puso un desarrollo de los que duelen en las piernas y se escapó de un pelotón que tenía toda la pinta de jugársela a sprint.
En una llegada agónica en la que las mejores corredoras del mundo (Vollering, Newiadoma, Kopecki, Vos... seguro que no les suenan sus apellidos) la tuvieron a tan solo dos segundos de distancia, Margarita Victoria aguantó en el repechón final y entró en la meta con los brazos en alto.
Era la primera vez que Margarita Victoria García ganaba una etapa del Tour de France. Tiene 41 años, dobla en edad a muchas ciclistas del pelotón y estaba pensando en retirarse.
Ganar una etapa del Tour es una de las hazañas más complicadas de este mundo, teniendo en cuenta que hay más de doscientas ciclistas profesionales que también quieren llevarse el premio, y algunas de ellas tienen claro que quieren ganar el Tour.
Y si a esto le sumanos que cada Tour de France es el acontecimiento con más público presencial del mundo (hasta 100.000 en una sola etapa) no es cosa anecdótica.
Margarita Victoria, conocida como Mavi García, lloraba en la meta abrazada a sus compañeras de equipo, porque llevaba persiguiendo algo así desde hace muchos años.
Ninguna portada en los periódicos celebró lo que había conseguido Mavi Garcia. Y no lo hicieron porque, en primer lugar, Mavi García es una mujer, en segundo lugar, porque sus miles de kilómetros de entrenamiento, sus largas concentraciones en Sierra Nevada, y su vida de sacrificios, no significan nada en nuestra sociedad patriarcal del mínimo esfuerzo.
Se habla de que, tal vez, lo que hacen estas mujeres que suben el Galibier, el Tourmalet, Los Lagos de Covadonga, el Alpe D'Huez, el terrible Mon Ventoux y descienden a noventa kilómetros por hora, y se rompen huesos en las caídas, y entrenan haga calor, frío o caigan chuzos de punta; quizá sirva de inspiración a otras niñas que se atrevan a subir a una bici y lanzarse a la carretera a desafiar las convenciones, para escribir páginas de una belleza inigualable.
Yo diría que la gesta de Mavi García, perseguida por velocistas de renombre, algunas con más de doscientas victorias a sus espaldas, nos debería inspirar a todos, porque todos estamos destinados a caernos y no todos tenemos la fuerza de levantarnos y seguir luchando.