Se siente un vértigo al tomar entre los brazos a ese cachorrito que, dentro de dos meses, pesará veinte kilos y ya no habrá modo de levantarlo...
Se siente un vértigo ante la idea de
que dentro de quince años él ya no estará, y habrá que inventarse
una estrella en el cielo -tal vez una estrella fugaz- donde darle
cobijo a su recuerdo...
También es posible que, dentro de quince años, sea yo el que no esté.
También es posible que, dentro de quince años, sea yo el que no esté.
Si al menos fuésemos conscientes de
nuestro absoluto presente, quizá no se nos pasaría la vida
codiciando tener más. No somos más que instante, puro instante; un
suspiro que apenas deja huella en el recuerdo, una nota en mitad del
silencio que fue capaz de conmover a un espíritu solitario.
Quien no tiene capacidad de vivir el
presente en toda su intensidad está malgastando un tiempo precioso.
El único animal, el hombre, capaz de ver o prever el futuro, y por tanto, sentir la fuerza del momento, del presente, y va y resulta que sólo hacemos caso del futuro, y en función de él sacrificamos nuestra libertad, por ejemplo con el trabajo, con el Estado, con el matrimonio, etc. Vale
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