El agua del lavabo
de los bares de Praga sale siempre calentita.
Los tranvías
circulan a toda velocidad por los puentes.
Las cervezas se
sirven por pintas.
Todos los camareros
hablan correctamente el inglés.
Los turistas
aplauden a un reloj
La música sale de
entre los adoquines.
La gente no grita en
los bares
La copa de
aguardiente se toma antes de la comida
La absenta arde como
las puertas del infierno
La sonrisa es el
estado natural de unos labios.
Los tiranos son
lanzados por las ventanas.
La primavera es lo
contrario de un tanque.
El tiempo del
semáforo para un peatón dura menos que un suspiro.
Los pasos de
Gregorio Samsa retumban en alguna calle solitaria.
Los perros han sido
educados en los mejores colegios.
Por lo demás, quitando que todo es más hermoso, racional e inteligente que aquí; no hay mucha diferencia.
El Puente de Carlos? Practicamente sin gente, seguro que por la mañana temprano. Vaya, en Praga -s"a"msalabin- hasta los escarabajos son hermosos.
ResponderEliminarLos escarabajos, las cucarachas, e incluso las ratas -como Josefina la Cantora- porque la belleza en Praga es lo mínimo que se despacha.
ResponderEliminarLo de la cerveza ya te lo sabes ¿no?
"Si le sirven así las cosas chicas, ¡cuánto más las grandes!" Por lo demás, totalmente de acuerdo, no hay mucha diferencia y en Praga mientras Josefina deleita, los políticos con menos ruído y mucha música se despachan a sus anchas, como los nuestros, y es que la belleza no sana la corrupción, qué rabia ¿no?
ResponderEliminarAl ver las lápidas amontonadas del cementerio judío, recordé los decorados del "Gabinete del dr. Caligari"
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