Eva flotaba sobre la alfombra de espuma como si sus pies no
soportaran el menor peso. Así se movía la dulce Eva, como un trozo
de papel de fumar mecido por la brisa salobre de la orilla. En honor
a la verdad, tengo que confesar que Eva siempre me pareció algo
ficticia. Pululaba por la realidad igual que los mitos oscilan en el
inconsciente infantil de los pueblos, pasando de memoria en memoria
con insultante delicadeza. Será eso, digo yo, lo que hace a Eva
fuente y objeto de nuestro insofocable anhelo.
Pues menos mal que estás incapacitado para concentrarte y escribir, que si llegas a estar capacitado, te escribes la Teogonía y Hesiodo se queda haciendo pay pay con las orejas
ResponderEliminarEn realidad, esto lo pensé mientras cocinaba un gulasch. Lo cierto es que el gulasch se pegó y me olvidé de alguna que otra tilde.
ResponderEliminarLo mejor en estos casos de pura tentación mitológica es abatirla de un manzanazo, la realidad no perdona. Bromas a parte, (la culpa la tiene el gulasch) qué hermosas son esas atmósferas oníricas que creas para tu Eva.
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