Encuentro mi cubil en esa desmesura con que emprendes cada
gesto, cada paso. Estar a solas contigo -a solas con tu universo- es
siempre y con toda seguridad una amenaza de exceso; una invitación
al encuentro en el punto intermedio de la cuerda floja. Es por eso
que he decidido esperarte ensayando unos pasos de baile en la cornisa
del octavo piso.
Echaba de menos tus heterofactos. Peligroso y etéreo, y como casi siempre lleno de misterio. Qué rayos!, no nos dejes sin volar tanto tiempo. Me alegra encontrarte y leerte otra vez en este, tu "mar de nubes".
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